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Así busqué matrimonio durante una semana en el Tinder para cristianos

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Supersticiones extremeñas. La superstición es, pues, hija de la ignorancia, que aparece cuando aflora cualquier respeto o miedo excesivo a las cosas desconocidas o misteriosas o a la creencia en seres sobrehumanos que lo mismo pueden castigar que premiar; cuando se cree que ciertos objetos o situaciones pueden tener poderes extraordinarios o sobrenaturales; cuando por una desviación del sentimiento religioso hace creer en cosas extrañas a la fe y contrarias a la razón, con alojamiento de la ortodoxia religiosa; o cuando se valora de modo excesivo una cosa o la fe exagerada en ella; de ahí que se buscase en ellos la explicación a ciertos sucesos que consideramos sorprendentes y fuera de toda lógica. Estas creencias enraizaron principalmente en el pueblo llano que, privado de ilustración, estaba abierto a cualquier superchería que cebase su ignorancia. Así, los pensadores ilustrados franceses o ingleses utilizaron la razón humana para combatir tanto la ignorancia como las supersticiones en sus respectivos países. En España fue el padre Feijoo quien, con su Teatro crítico universal o Discursos varios en todo género de materias para desengaño de errores comunes, pretendió corregir viejas supersticiones, prejuicios y costumbres, como ya habían perpetrado autores europeos como Thomas Browne en Inglaterra, Christian Thomasius en Alemania o los enciclopedistas Voltaire y Rousseau en Francia. O, como escribía Cicerón, para quien los supersticiosos eran aquellos que rezaban u ofrecían sacrificios todos los días para que sus hijos les sobrevivieran. De ahí que en Roma se llamasen superstites a las personas que salían vivas de las batallas porque habían sobrevivido a sus compañeros y por eso estaban por encima de ellos. Igualmente, los adivinos —que generalmente basaban sus predicciones en la observación de la Naturaleza— eran calificados frecuentemente como superstitiosus, lo que de por sí no habría constituido una valoración necesariamente peyorativa. Por lo mismo, dentro de la preocupación romana de realizar el culto dentro de normas rígidas, una exageración, como hacer sacrificios todos los días, podía llegar a ser entendido como un defecto».

Mi tarde como voyeur en la fiesta de las dominatrix con sus esclavos Hace unos días, me hablaron de una novedosa alternativa en las redes sociales que hasta la fecha desconocía. Algo que no imaginaba que pudiera existir. Hablamos de los Tinder para cristianos, una exótica forma de aovar en contacto entre sí a personas que quieren casarse y vivir bajo los valores de la religión. Casarse y tener hijos. Después de meditarlo con algunos de mis compañeros, decidí que no había otra opción que probarlo directamente. Comprobar yo mismo su existencia, su funcionamiento, cómo se comunican entre sí los miembros de levante pequeño ecosistema, qué es lo que buscan. Una misión que cumplir: infiltrarme para conocer este pequeña fauna. Agenciárselas, en definitiva, a alguien con quien casarme.

NO casadas. Sin compromisos. No busco. Problemas. NO fantasías. Tampoco perversiones sexuales. Prefiero la. Limpieza y la limpieza.

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