
Introito Por este medio se pretende responder a algunas de las preguntas frecuentes que han realizado a lo largo de varios años, diferentes alumnas[ 1 ], en torno a si hubo mujeres filósofas o al menos, conocedoras de la filosofía. Lo mismo con respecto a las otras ciencias o sobre asuntos teológicos o religiosos. Al menos, ellas identificaban a alguna poeta antigua, o alguna otra dentro de los siglos de tradición occidental. Pero no estaban satisfechas, sobre todo porque continua sin verse muy bien, socialmente, que una mujer estudie filosofía. Al mencionarles que sor Juana Inés supo de ella aun y a pesar de su entorno y la cultura inquisitorial novohispana se interesaron por leerla a ella también. Es muy legítima su inquietud y curiosidad porque de ello viene este presente texto que se espera sea punto de partida para sus futuras investigaciones y publicaciones. Esas inquietudes me han hecho buscar en diversos archivos del país y en bibliotecas digitales del mundo, por medio de internet, para poder ayudar en sus inquietudes pues a ellas -y a las interesadas- les corresponde el gran trabajo de recuperar esa parte de la historia. Para algunos filósofos, la historia de la filosofía debe partir de lo conocido para llegar a lo desconocido. Esa labor le corresponde a usted, amable lector, y las nuevas generaciones de investigadores profundizar sobre la presencia de la mujer como amiga, discípula, docente, esposa, hija o nieta de los filósofos o siendo ella misma una filósofa, reflexiva en todos los casos, creadora, autónoma e independiente.
Estad pues, firmes, en la libertad, con que Cristo nos hizo libres, y no estéis otra vez sujetos al yugo de la esclavitud. Si vivimos en la esclavitud a una relación jurídica con Dios, no es porque Dios lo quiere. Significativamente, que es Cristo quien nos ha hecho libres. No nos hacemos libres nosotros mismos.
Tiene alguna importancia quién haya sido el que recomendó la lectura de ese libro? Considere la siguiente recomendación que encontramos concerniente a los escritos de Isaías: Y he aquí, ahora os digo que debéis escudriñar estas cosas. Sí, un mandamiento os doy de que escudriñéis estas cosas diligentemente, porque grandes son las palabras de Isaías. El Salvador dio estas instrucciones a los nefitas, pero el mandamiento de escudriñar estas cosas diligentemente es un cometido que sigue vigente hoy en día.