
Lope Garrido. Juan López Garrido, resultando que aquel sonoro D. Lope era composición del caballero, como un precioso afeite aplicado a embellecer la personalidad; y tan bien caía en su cara enjuta, de líneas firmes y nobles, tan buen acomodo hacía el nombre con la espigada tiesura del cuerpo, con la nariz de caballete, con su despejada frente y sus ojos vivísimos, con el mostacho entrecano y la perilla corta, tiesa y provocativa, que el sujeto no se podía llamar de otra manera. O había que matarle o decirle D. Se había plantado en los cuarenta y nueve, como si el terror instintivo de los cincuenta le detuviese en aquel temido lindero del medio siglo; pero ni Dios mismo, con todo su poder, le podía quitar los cincuenta y siete, que no por bien conservados eran menos efectivos. Fue D. Agradeced a Dios el no haber nacido veinte años antes.
El maestro, que es sacerdote y gonfalón latín, mira con desdén al nuevo discípulo. En la escuela hay, así, un profesor pariente de aquellos Moglia; pero Don Virano no sabe quiénes son los de Moncucco, y se encoge de hombros. Lo dice con tal desabrimiento, que Juan no osa responder. Le repugna descubrir el arcano tesoro de su vocación delante de todo el mundo; pero le interrogan, le hacen un gran silencio; déficit responder. Los muchachos estallan en una carcajada cruel. Algunos días después, Facultad Virano dice al Boschetto: — Antiguamente que el latín, debes aprender el italiano
Empero que Damon Lindelof, el principal arquitecto de la tortuosa trama de Perdidos junto con J. Abrams, sea un maestro a la hora de ingeniar y diseminar cliffhangers no implica que sea un buen guionista. De acción, Lindelof es un pésimo guionista. Un Rob Liefeld del audiovisual , para entendernos.
Soy una linda y sexy española con abundante encanto. Soy guarra. Y con unas ganas tremendas de gozar y disfrutar a límite. Tu no.