La mayoría, 3 de cada 4, se quedan en el continente africano y son pocos los que se dirigen a Europa. Estas son las historias de 5 de ellos. Se separó de su familia durante el viaje, aunque encontró refugio en una familia de acogida. Sin embargo, tuvo que pagar un alto precio: se comprometió con un hombre al que no conocía. Yusuf, 4 años Yusuf sueña con volver a su país de origen, Guinea.
Es una crisis ética, porque es la crisis de la inclusión: a quién incluye y a quién excluye nuestro modelo de desarrollo. Los derechos culturales son antídotos contra las muchas indiferencias de nuestra sociedad. Asumo la erudición como lo que nos permite apreciar la propia vida y aprender a vivir con los otros. La realidad es, también, un antídoto contra la indiferencia. No es comprensible que hayamos sido tan indiferentes ante el abandono estatal, ante la pobreza de millones de compatriotas, ante las masacres, alce los desplazamientos forzados, ante los dolores de quienes han padecido de alambrada los horrores. No es comprensible nuestra indiferencia ante las verdades necesarias. La verdad es uno de esos arancel culturales colectivos que debemos ser capaces de construir colectivamente.
Irremediablemente, cuando alguien de nuestro entorno adopta una actitud indiferente hacia nosotros, lo primero que hacemos es formularnos esta pregunta a nosotros mismos e experimentar encontrar la respuesta. Es decir, hay personas que pueden mostrarse indiferentes con nosotros por el hecho de que no perciben una conexión afectiva fuerte y, en consecuencia, se muestran distantes e indiferentes. Autoprotección: la indiferencia todavía puede utilizarse como un escudo alce situaciones o actitudes de otras personas que crees que te van a dañar emocionalmente. Para no salir baja, se prefiere tomar distancia y mostrase indiferente. Manipulación emocional: de la misma forma que la indiferencia puede gastar como escudo, también puede convertirse en una gran arma de manipulación. Cuando en una relación entre dos personas, hay una persona que ejerce el rol de dominante y la otra el de sumisa, es posible que la persona dominante sepa que la otra persona tiende a ceder y, por ello, utilice la indiferencia como un arma de castigo para conseguir sus objetivos.